A finales de 2015, cuando la compañía surcoreana respiraba
aires de triunfo y evolución gracias a
los excelentes resultados que estaba cosechando la serie G (Nexus 5 Incluido),
no sólo con los críticos tecnológicos; sino con los usuarios, representado por
un elevado nivel de ventas, se vislumbraba un maravilloso año 2016, capitaneado
por su flamante “flagship” el G5, todo un portento en especificaciones, el cual
estaba llamado a hacer frente a un S7, que parecía una descafeinada
actualización del extraordinario S6. Por increíble que parezca, el G5 sucumbió
ante las bondades de un S7, que trituró en todo sentido al G5 (con todo y
escándalo de explosiones de su hermano Note 7 a sus espaldas), que dejó
malherida a una serie G que venía repuntando desde aquel genial G2; pero, ¿Cómo
un extraordinario móvil como el G5 no obtuvo los resultados esperados si era un
“buen” terminal?, la respuesta puede ser dolorosa, pero comprensible, LG había
masacrado al G5 por incluir en él características, que eran dignas de un
prototipo, más no de un móvil comercial. Una batería nefasta, un sistema de
acople de módulos mejorable, y un diseño poco agraciado, fueron motivos
suficientes para sepultar un excelente móvil en el anaquel del olvido. Con LG
herida, y con acentos de convertirse en la nueva HTC, el alto mando toma cartas
en el asunto, intentando remediar el mal causado, anunciando (antes de tiempo)
la evolución del G5, el nuevo G6, el cual vio la luz en el seno de la Mobile
World Congress de Barcelona, ¿Será el móvil que tome el testigo del éxito que
relevó el G4 al G5 (con los resultados ya conocidos)? Veámoslo.
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